Blog (Bitácora, si se prefiere) del Padre (que lo es) Don Francisco de Paula Gálvez e Inchausti y algunos de los heterónimos que con él transitan: Pakito Grillo, El Profano, Bruno Jordán,, etc. Editado a trancas y barrancas, anárquica y aperiódicamente sin ánimo de ofender (o sí, quién sabe) ad maiorem gloriam de las cuatro (o ninguna) neuronas que le restan, o al menos así se supone por los menos entendidos, al escribidor que esto subscribe.

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miércoles, agosto 31, 2005

CANCIONCILLA

I
Se me escapan
miles de etcéteras
para añadirse a ti
cuando callas.
Divagan juguetonas
las horas que tú y yo
pintamos de colores
y abstracciones alcohólicas.
II
Siempre
que tecleo
equivocadas letras
en mi máquina tartana
me persiguen
tus ojos de bisutería
contando asfalto
y recorriendo lunas tímidas.
Se pueblan mis desiertos
de pájaros
desiguales y atónitos
y de manos
tendidas a tu piel entera.
III
Hacia tu cuerpo entero una marea
viene y va de manos extendidas
como árbol que palpara flexible
con las yemas tu piel
buscando la humedad no confesable
que le mantenga vivo
resbalándose así por tus sudores.

martes, agosto 30, 2005

CONTRAÉPICA IV

El cuatrienal Emperador ha decidido
ensañarse en el castigo a los asirios.
Convocados que han sido
los heraldos de fuego, reunidos
los sátrapas de las industriosas provincias,
aleccionados los arúspices, no fuera
que tras las nocturnas libaciones
sus bocas emitieran augurios fastidiosos,
todos sin excepción han coincidido
en alabar tan victoriosa
ocurrencia: —Si vis pacem,
para bellum
— le aclaman aprestándose
al juego y los negocios subsiguientes.

Y el Provinciano Prefecto subalterno
a sus pies gime y se retuerce
no sé si de placer, su gesto
que no es gesto no lo dice,
y bisbisea: —Sire, s'il vous plait,
let me suck your
... (lo que sea,
circunvoluciones cerebrales, sexo...)

martes, agosto 23, 2005

CANCIONES

VUELTA AL PENSAR Y LÁPIZ

De nuevo aquí,
saltimbanqui del grito
hurgando el bajovientre de la vida,
payaso del lenguaje
que quiere dar de sí futuros hielos
mientras mueren las noches en sus brazos,
de una vez por todas recorrido
por voces como piedras en esas horas pardas
lacias que forman costra en los cristales.

Reanudan su baile los vocablos
y el aire, adormecido en los papeles,
en las sienes ulula y hace coro.

jueves, agosto 11, 2005

CONTRAÉPICA III

Atardecer en tonos suaves.
Calidez atemperada por una más que amplia
gama de tonos pastel del magenta al azul.
El horizonte marino se te aparece imposible de definir.
Sería inútil pensar que cielo tierra y mar fueran cosas distintas.
Nadando calmosamente bucearías sin parar entre el agua y la arena.

Tú que vuelves. Sentado frente a ello percibes
cómo a veces el estruendo de la fábrica de abonos
sobrepasa al del mar tal que llamara
la atención sobre la falsedad de lo idílico.

Barcos de pesca. Salida acompasada. Luciérnagas marinas.
Motores: po-po-po-pó.
Siempre preguntándote dónde iban
cuando desaparecían al noreste y con ellos
el sonsonete de todas las noches.
Titilaban algunos crees que cerca.

Todo se ha o lo han transformado.
Y es lo irreversible de tales cambios
la primera señal de un tiempo que creías
se había detenido para ti en aquellos años agridulces.

Hace treinta que llegaste y dieciséis de tu última partida.
Se dice pronto: tanta ausencia y aún piensas
que todo se habría ralentizado aguardándote.
¡A ti!. A ti, adolescente sempiterno que no se reconoce
en los espejos ahora irisados de azogue cuarteado.

La humedad que olvidaste se te apega
de mala manera a la ropa al cuerpo,
sobre todo a las axilas sienes cogote
esa nuca que te lleva la mirada al suelo maldito cheposo
y te hace los últimos rizos casi pastosos. Sientes
cómo te descienden los sudores hasta ese punto.
Bien pudiera ser piensas que el cuero cabelludo
se te hubiese acarcavado y todo
cuenca canosa confluyese en la nuca
para manchar de grasa agua y sales
corrosivas el cuello de tu camisa.
Como las sábanas secas en apariencia pero siempre
chorreando impidiendo el descanso
cual si de una sauna se tratase incluso en noches frías.

Buscas refugio en la ducha pero la toalla te devuelve
continuamente el agua que tu cuerpo le proporciona
te expulsa al jardín medio en cueros casi braceando
en un espeso aire incapaz de secar tu piel perlada de gotitas.

Recuerdas la línea de playa más cercana
vista desde el aborto arquitectónico que es la Casa
de Baños siempre inútil. Aquí justo aquí
había escaleras con los primeros no sabes cuantos
escalones cubiertos de arena. El agua
casi los lamía en algunas mareas espectaculares
dejando a su pie líneas de puntitos negros
alquitrán de barcos moribundos. Con la brea
algas marrones ásperas desde siempre inertes.

Aquí, justo aquí, comenzaban las razzias
después de la merienda-cena. Los chavales por su parte
y las niñas por la suya de mediar gamberradas.
Las bebidas corrían por cuenta de los arrendatarios
de las casetas que todavía no habían sido retiradas.
Ni la del Capitán General a rayas verdiblancas
mucho más grande y con mejor cerradura que el resto
se libraba de vuestra curiosidad vandálica.

Arqueología de post-postguerra que podría servir
para conocer costumbres y hasta vicios:
los primeros Play-Boy que visteis requisados
de una minúscula caseta azul cuyo
candado no aguantó el primer golpe.

Ya entonces podía contigo
el aroma de la delincuencia.