Tras hacer bien los deberes, es decir, leer y releer el
acuerdo PSOE-CIUDADANOS, he votado. He votado, tal vez por última vez en mi
prolongada vida militante, y con ello me jubilo de la actividad partidaria. He
votado con rabia como postrer grito en el desierto. Con rabia porque no me gusta
que me tomen por tonto.
De nada han servido campañas, declaraciones de intenciones,
avisos de la gente de a pie, movilizaciones, promesas al uso y demás. Se nos
propone más de lo mismo, y de lo mismo estoy hasta los mismos.
Las derogaciones prometidas se van al limbo melifluamente
cambiadas por reformas puntuales en todos los campos:
-No pretenden derogar la Ley Mordaza, sino modificarla de
forma suave, manteniendo los erróneos pactos antiterroristas que firmaron con
Rajoy, afianzando el recorte a las libertades.
-No pretenden derogar la Ley Wert, sino implementarla.
-No pretenden sino perpetuar la sumisión a los poderes
económicos, siguiendo la senda de la Troika.
-No pretenden derogar la Reforma laboral, sino afianzarla
con el abaratamiento del despido, el afianzamiento de los contratos y sueldos
basura con los suplementos de sueldo y la desaparición práctica de los convenios..
Toda la grandilocuencia derogatoria ha quedado en un
continuismo vergonzante que sería esperable de la marca blanca de la derecha
española, pero no de quien se dice de izquierdas.
La clave está en la deriva hacia lo que han dado en
denominar centro-izquierda, que no es más que la renuncia a los postulados
propios para hacerse un sitio en el establishment. Se ha abierto el museo
paleontológico y de él han salido en tromba los muy bien alimentados
dinosaurios, dejando por unos días los consejos de administración, para unirse
al coro de los apocalípticos defensores del status quo.
Nadie puede esperar de Sánchez, economista ortodoxo, que
comulgue con Keynes, Krugman o Stiglitz, pero de ahí a acatar a ojos ciegos el
dictado de los mercados va mucho, y el lo ha hecho.
No vale la excusa de que Podemos ha torpedeado la
negociación, porque la intención desde el principio era llegar a lo que se ha llegado.
Y menos acusar al otro de tacticismo cuando se ha practicado lo mismo a manos
llenas. Podemos quiere laminar al PSOE, es verdad, pero lo ha conseguido con la inestimable ayuda
de Sánchez, González, Corcuera, Díaz, etc.
En toda negociación, las partes llegan con un máximo y un
mínimo de pretensiones, y en esa horquilla se habla. La impresión que tengo es
que tanto PSOE como PODEMOS se han empecinado adrede en los máximos para
torpedear cualquier acuerdo y llegar al campo de Cs, en el caso del primero,
descargado de izquierdismos.
Sí, he votado. Y he votado que NO.