El hecho de que sea, desde mi más tierna edad física (en cuanto a la mental mantengo la misma desde entonces), apasionado fan del gas natural no empece mi posición respecto a la cacareada OPA sobre ENDESA. Antes bien, es por mi cariño a esa substancia que durante mi época de sufrido vecino de Madrid me eximió de cargar bombonas o de terminar de ducharme con agua fría que lucharé con todas mis fuerzas para que no salga adelante la compra de acciones.
Me pregunto y repregunto si Gas Natural sabe lo que va a adquirir. Porque, de saberlo, no se lanzaría a una piscina sin agua, a menos que tuviese un flotador de cámara de tractor que amortiguase el morrocotudo golpe.
Viviendo en una zona en que se baila por Sevillana-ENDESA, no puedo más que pensar que se han vuelto majaras los catalanes. ¿Quién, si no ha perdido el oremus, querría quedarse con ese dechado de chapuzas lesivas que es la eléctrica? ¿Quién en su sano juicio tasaría a buen precio tamaña pandilla de inútiles cortijeros? Como muestra no vale un botón, sino tantos como para dotar a mil sotanas, tantos como microcortes diarios, tantos como apagones, tantos como cambios en la tensión, tantos como ordenadores, electrodomésticos y máquinas industriales estropeados, tantos como millones han de pagar las casas de seguros, tantos como imbecilidades vertidas en los medios de comunicación, tantos...
Señores de la Caixa. Están advertidos, y lo digo por su bien: retiren la OPA o lo lamentarán toda su vida.
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