En realidad,soy un tramposo paradójico. Agnóstico y escéptico total, me recreo en el final del Requiem de Verdi; y sobre todo con la voz canalla de Angela Gheorghiu en el liberame Domine de morte aeternam (grabación de EMY, del 2001, con la Filarmónica de Berlín, Claudio Abbado a la dirección y, ni más ni menos que el mejor coro del mundo, el Orfeón Donostiarra, además de Roberto Alagna,), porque retrata mi resistencia a desaparecer.
Radicalmente Spinoziano, mi única pulsión verdadera es perseverar en mi ser. Pero a cada momento se me va haciendo más difícil.
He perdido, tal vez definitivamente, las fuerzas. Arrastro un cansancio que se me antoja de siglos. Social, familiar, física e intelectualmente he mantenido un ritmo que me pasa factura.
No estoy en situación (salvo el contribuir a que Pakote viniese al mundo) de enorgullecerme de nada. El reconocimiento de de mis cobardías no me exime de mis responsabilidades, por más que las económicas nunca hayan sido mi especialidad. He dilapidado el amor de la persona más generosa del mundo mundial (sirva como declaración en público); he dilapidado sueldos, credibilidad, salud propia y ajena, afectos, etc., etc. …
Tal dilapidación, y tal vez la consciencia de ello, me cansa. Y siento un cansancio infinito. No es una cuestión de culpa (eso se lo dejo a los que crean en el Pecado Original), es una cuestión ética, o sea de decisiones libres, con acierto o error, con condicionantes siempre y determinantes de tu trayectoria, de la que acabas siendo personalmente responsable.
Estoy cansado, infinitamente cansado, de vivir, de bienvivir, de mi trabajo, de la situación, de haberme cogido el Alta Voluntaria, de malvivir, de mi ruina y mi riqueza, de responder a expectativas (siempre se me pedirá que sea ocurrente o saque la enciclopedia que guardo en el coco) y de fallar. Estoy cansado, infinitamente cansado, físicamente y mentalmente, hasta niveles que no os imagináis.
La perseverancia en tu ser, cuando has acumulado tantos errores como yo, es difícil. Si, además, te la planteas a los cincuenta y cuatro recién cumplidos (hoy), tal vez sea inviable o no te apetezca.
Elegid susto (chusto o muelte). Esta Hippobosca equestre (mosca cojonera) necesita, aún, un tiempo, no mucho, para dejar de daros la vara.