Blog (Bitácora, si se prefiere) del Padre (que lo es) Don Francisco de Paula Gálvez e Inchausti y algunos de los heterónimos que con él transitan: Pakito Grillo, El Profano, Bruno Jordán,, etc. Editado a trancas y barrancas, anárquica y aperiódicamente sin ánimo de ofender (o sí, quién sabe) ad maiorem gloriam de las cuatro (o ninguna) neuronas que le restan, o al menos así se supone por los menos entendidos, al escribidor que esto subscribe.

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martes, enero 03, 2012

EL REINO DE LOS PALABROS O EL PATINAJE LINGÜÍSTICO (para Dríade)

Apostrofaba Don Alonso Quijano a Sancho Panza calificando a su escudero como prevaricador de la lengua, y es que éste, a más de tenerla muy suelta, la manejaba con tan poca puntería que cada dicho suyo valía poco más o menos que una patada al idioma, para solaz del lector y padecimiento del sufrido Quijote, impotente ante aquel dechado de burricie. Cada vez que Sancho intentaba hablar de lo que no sabía,incurría en una sarta de despropósitos que sacaban de quicio a su amo. En épocas más recientes, uno de los recursos más utilizados para resaltar su vis cómica por el inefable (también hizo el papel de Sancho en un más que libre “Quijote”) Mario Moreno·”Cantinflas” era el mismo: transmutar las palabras, a sabiendas de que el espectador conocía el estado original de tales vocablos, provocando así cierto paralelismo con Sancho y la sensación de que se expresaba de forma llana y popular con los errores lógicos que se podrían cometer con ciertas terminologías.

El caso es que el patinaje lingüístico es tan viejo como el propio idioma. Baste pasear la vista por un registro civil o parroquial para notar que hablamos y escribimos de oído y somos muy poco aficionados a la lectura: hasta hace relativamente poco el apellido de una familia podía, en dos generaciones, cambiar de grafía según el oído o la buena o mala letra del escribiente de turno. Qué no decir entonces del lenguaje cotidiano, abandonado a su suerte.

Vivimos una era de grandes cambios que debemos asimilar, pero el riesgo de atragantamiento es grande. De una parte las nuevas tecnologías (bienvenidas sean) nos permiten una comunicación y, por tanto, una información más rápida y plural; pero no sustituyen al conocimiento, son sólo una ayuda; tampoco sustituyen al lenguaje,del que necesitan y al que incorporan nuevos conceptos y términos que sin duda lo enriquecen en los casos, pocos, en que éste no tenga recursos para definir tales conceptos (sin necesidad de  practicar el papanatismo imperante del gerundio inglés que nos hace añadir “ing” a todo) haciendo del idioma un ente vivo, pero en ocasiones de difícil digestión por el común de los profanos en la materia de que se trate.

De otra parte, los avances en la información, sin embargo, no se compadecen con los no producidos en la formación, lo cual hace que aquella sea en muchos casos difícilmente asimilable por la inmensa mayoría de los españolitos. Las disciplinas académicas relacionadas con la Lengua están en franca decadencia y poca gente es ya capaz de seguir el rastro etimológico más sencillo de cualquier palabra (latín, árabe o griego son para nosotros entelequias lejanas y no el origen de lo que hablamos). Pero eso no importa !Quién dijo miedo¡ Nos tiramos a la piscina para discutir sobre cuestiones de salud, por ejemplo, sin la más pajolera idea ignorando que, tal vez, con cuatro nociones aprendidas cuando debíamos entenderíamos mejor los términos abstrusos con que el médico nos ha regalado. Sin haber aún superado, por hacer un símil, las primeras lecciones de solfeo nos lanzamos a la sala de conciertos a demostrar nuestro virtuosismo, y el resultado es una sopa de palabros que sólo convence a quien tenga el cerebro tan licuado como nosotros. Las ansias de hacer ver que dominamos cualquier tema nos pueden.... Y nos pierden en la pista de patinaje.

Una de mis ocupaciones, dentro de una larga y variada vida laboral, fue la de telefonista en un gran hospital de Madrid, de cuyo nombre sí me acuerdo con cariño pero no mencionaré. El abanico de sensaciones en tal situación puede llegar a ser infinito, pues la gente vuelca en el teléfono más de lo que se pueda llegar a creer. Habría para escribir un culebrón televisivo al respecto, pero a mí sólo se me ocurrió por aquel entonces ir anotando diligentemente los palabros escuchados -llegué a reunir unos cientos- e intentar explicarme las razones de tal fenómeno. Después he seguido con la extraña afición y de vez en cuando, releyendo, paso ratos divertidos o muerto de vergüenza ajena, según el ánimo, pues, aun habiendo anécdotas de mucha risión, otras sólo provocarían conmiseración.

Llamó una noche un hombre muy nervioso pidiendo le pasáramos con Urgencias de Madres, pues su mujer había ingresado con un embarazo adulterino (por extrauterino); cualquiera hubiera pasado al azarado caballero con trauma para que le rebajasen peso de la cabeza. Otro caso: a media mañana, una señora, muy aseñorada compareció en centralita para que le pusiésemos un “busca” a determinado ginecólogo, pues quería saber el resultado de un disfrute vaginal (frotis vaginal) que le había sido realizado la semana anterior; huelga definir la cara que se le quedó a la compañera y sus dudas sobre la moralidad del galeno en cuestión. Si uno padece algún tipo de dolencia en las vías altas respiratorias, lo normal es que acuda al Otorrino-Laringólogo, Otorrino por abreviar, pero no al Doctor Rino o al Doctor Orl, aunque esto último tal vez esté provocado por el rótulo abreviado de la consulta. Y es que con las especialidades médicas hay una mina: Maxilofacial se puede convertir en Masticofacial, aunque por lo menos esta tiene algo que ver, Máximofacial o Máxiloespacial; Neurocirugía se convierte en Anurocirugía ¿Cirugía de Ranas? ¿le paso a Animalario?; Anatomía Patológica deviene en Autonomía Patológica, Litotricia en Nutotricia, Oncología en Antología o en Arqueología, la planta de Coronarias en Urinarias y así hasta no terminar. Las técnicas no se salvan de la quema. Así una cesárea terminará siendo una necesaria o hasta una autopsia (sic), habrá a quien le practiquen un escarnio o un descarne (scanner) del celebro (cerebro) y la anestesia será Anastasia, poniéndole nombre como quien está ya familiarizado con ella, o atanasia, como si fuera inmortal; o habrá a quien le tengan que poner una cédula o célula (férula) para inmovilizar su brazo roto, no sin antes haberle suministrado una cláusula (cápsula) para el dolor. Y si hablamos de dolor y enfermedades no podemos olvidar uno de los más atroces, que es el que produce el cólico frenético o nefertítico (nefrítico), casi igualado con los padecimientos de calumnia (columna), sobre todo en las verticales (cervicales) y la desastrosis (artrosis), sobre todo si tienes los huesos descalificados o desclasificados (descalcificados). Hay cosas que duelen menos, pero son molestas, como las relacionadas con los ojos, pero esas las solucionas con un delirio (colirio), o como la postdata (próstata), que comienza a dar guerra de mayor, aunque ya no importa, porque a esas edades se es imponente u omnipresente (impotente)y esméril (estéril), se está para pocos trotes y aparecen otros descosidos como las piedras en la versícula (vesícula), que a veces tienen que estripar (extirpar), o la diabetis (diabetes), que provoca a los diuréticos (diabéticos) problemas en la vista como tataratas (cataratas) y en la alimentación, no pudiéndose comer siquiera una buena ceremonia (macedonia) de frutas con almíbar y viéndose obligados a ponerse la diócesis (dosis) diaria de ursulina (insulina) como si fueran drogaditos (drogadictos) de esos que se mueren por ahí de una dobledosis (sobredosis).

No es esta enumeración el resultado del consumo de psicotrópicos, ni una broma de mal gusto del chistosillo pelmazo de guardia; está basada en experiencias reales y sólo expone una mínima porción de lo recolectado en aquel hospital; no es, ni pretende serlo, una recopilación exhaustiva. Desde entonces, sigo anotando, como hacía Correas con los refranes, lo que oigo y lo que mis amigos me refieren. Y sigo preguntándome qué nos mueve a utilizar términos que desconocemos, en vez de expresarnos con lo que tenemos a mano. En el caso de la centralita, algunos daban explicaciones no pedidas por un mero telefonista y, cómo no, patinaban; otros arrastran vicios lingüísticos y malformaciones que se convierten en verdaderos localismos (aquí he llegado a escuchar a una enfermera decir mallugado por magullado) difíciles de erradicar; por otra parte, la casta médica no ha ayudado mucho a fomentar la pureza del lenguaje, comenzando por sus ilegibles garabatos.

Pues ya que en todas partes cuecen habas, en otra ocasión me encargaré de traer palabros relacionados con otros ambientes, como el mundo de la cultura. Mientras tanto, entreténganse escuchando a los enteradillos en las barras de los bares y en los corrillos y a esas señoras que parecen enciclopedias médicas de bolsillo. Seguro que consiguen una lista más nutrida que la mía.


1 comentario:

Nepión dijo...

'Olado' (supongo que de esa olas que práctica el público entusiasta en los estadios) sea el cielo y sea por siempre loado. Su ecencia retoma los teclados y vuelve a las escribidurías. Ya me pensaba yo que tan malos augurios para el nuevo año no podían ser ciertos, que alguna buena nueva habría de venir con el cambio digital. Y, además, en forma de Palabros no se puede pedir más. Hablaremos.